Tras la pista de mis pensamientos

20:22 Unknown 0 Comentarios

Y veo a mí perro mirarme desde la distancia, me mira atento mientras lo miro. Me mira, lo miro, y ahí seguimos por un rato. Sus ojos clavados en los míos, y yo observando cómo los suyos se mueven milimétricamente, de izquierda a derecha y de derecha a izquierda con las orejas firmes esperando una reacción mía. Él con su hocico apoyado en el descansillo, y yo, sentado en una silla en el patio mientras hago equilibrios con ella y mastico comida  tranquilamente.
Me mira, y lo miro. Y el silencio transcurre por el lugar mientras se juega una silenciosa partida de pin pon. Para entonces ya es demasiado tarde y no puedo evitar pensar en mis teorías paranoicas. Y me pregunto que se le estará pasando por la cabeza, si  estará pensando lo mismo que yo. Si se preguntará justo en este instante que qué pasa conmigo y porque no paro de observarle.
En momentos así peco y doto al perro de rasgos humanos, le otorgo una mayor inteligencia de la que a veces me demuestra. Y surgen ante mí recuerdos de otros  momentos, momentos como cuando lo observo en una esquina del salón contra la pared. Como si de un niño castigado se tratara mientras yo veo la televisión. Lo contemplo, se muestra concentrado, como maquinando un algo, como si estuviera pensando cosas muy importantes, sin apartar la mirada de a esa pared que se encuentra a centímetros de su cara, concentrado, veo como expulsa bocanadas de misterio.
Y en esos momentos, dudo de si piensa algo o solo me engaña,  y en el caso de que existiera tal pensamiento, me pregunto cuál sería para tenerlo así de absorto. Y entonces se me ocurre que él ve en ese tono hueso del salón algo inapreciable para mí. Algo que se me escapa. Un secreto a prueba de idiotas.
Y pasa de engaña bobos a bobo simplemente en segundos, pero mi perro es así, le encanta desconcertarme. Sea como sea (listo o no)  es innegable que lo quiero.
Y continúo con mis divagaciones que ya no tienen freno ni marcha atrás, y pienso en el término “mi perro”. Que egocentrismo, maldita raza humana. Como convertimos todo lo que nos rodea en una propiedad. No nos basta con poseer objetos, necesitamos poseer seres vivos: perros, peces, pájaros, bosques.
Que absurdo es pensar que podemos poseer una vida.  Ya, ya sé que exagero “solo son animales” o  “es una forma de hablar” diréis que no compare,  que me falta compararlo con la esclavitud. Es cierto, no lo hago, solo recalco lo estúpido que somos, que hasta nuestro lenguaje peca  de esa insolencia. “Mi perro” que estúpido….¿Tuyo? ¿Acaso tú perteneces al perro?
No, claro que no. Tu eres el ser que posee, su dueño y su amo. A quien obedece y de quien depende. Tú eres el  SER HUMANO, el líder en la escala evolutiva.
¿Cierto? ¿Cuánto de verdad hay en ello? ¿Acaso no eres tu quién atiende al animal, lo baña, lo lleva al veterinario, lo pasea y recoge sus mierdas? ¿Quién es el que trabaja para darle de comer, le cambia el agua,  le presta atención para que no se sienta solo, le acaricia y lo mima? ¿Quién es el idiota que se preocupa de que sea feliz? Tú. Y aun así después de todo esto ¿Qué hace el perro por ti? ¿Mover un poco la cola cuando apareces por la puerta? ¿Y tú eres ese poderoso amo? ¿EL gran SER HUMANO que tanto manda? Si eso es cierto, podemos afirmar una cosa: mandar es servir.
Y de ese pensamiento divago a uno nuevo: quizás vivimos engañados. Pensamos que estamos por encima, y ciertamente no es culpa nuestra, nos criamos y mamamos de este narcisismo antes de ni siquiera de tener uso de razón. Toda nuestra sociedad y cultura, incluso nuestra lengua parte de esa sintética diferencia existencial, que nos excluye de la condición del resto de los seres que habitan este lugar. Y por ello mismo los masacramos y los extinguimos, los mutilamos y los matamos, lo destruimos y los expulsamos. Igual que destruimos todo lo que nos rodea, incluido el planeta. Cuanto despotismo ilustrado.
Hace mucho que perdí la esperanza en el ser humano.  Incluso en mí, que no soy diferente del resto. Algún día se hará justicia y todos nuestros avances, nuestra tecnología y conocimientos. Todo lo bello que hemos creado, todo lo que hemos sentido y llegado a explicar como: El amor y sus poemas, los hermosos libros, los grandes edificios, los métodos para salvar vidas: las operaciones a corazón abierto. La pintura y la música, el teatro, nuestra historia y todos los nombres que la componen. Todo  lo que y cuanto somos, absolutamente todo lo que hemos hecho para ser recordados, desaparecerá. Y de este modo tan cruel y despiadado quedará saldada la deuda de nuestros atroces crímenes.
Y puede ser, que cuando todo eso haya pasado, las cucarachas que estaban aquí antes que nosotros continúen estando. Nadie nos recordara, ni sabrá que existimos. Y  puede que del mismo modo que vivimos engañados sobre lo que somos y que derecho tenemos ante todo lo que nos rodea.  También vivamos engañados en como mandamos sobre nuestra propia existencia. Pensando que somos el dueño de ella, que la poseemos, como al perro. ¿Pero qué sabemos nosotros de nada?

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